Por Ricardo Alfonsín
Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación en circunstancias de extrema gravedad. Empuñó el timón con firmeza. Más allá de las diferencias, en muchos casos profundas, que nos distancian de su gestión, no pueden desconocerse algunos de sus logros. Restableció el funcionamiento de la Corte Suprema de Justicia, procuró que la política fuese el instrumento apropiado para articular los conflictos entre intereses económicos y sociales. No se sumó, y cuestionó, la preocupante carrera armamentista que se registra en América latina.